Desde temprano bajaba de Blanquizal a recorrer el centro de Medellín con un icopor, donde llevaba tapabocas para vender. En esas andaba desde al segundo mes de confinamiento por la pandemia. Pero la historia cambió el día en que se encontró con las herramientas adecuadas. Se mentalizó como empresaria, creció en productos, aprendió a llevar sus finanzas y ahora va rumbo a cumplir su sueño de tener un local.
Carmen Ambrosina Herrera llegó hace tres años a buscar mejores oportunidades en este país. Con la cuarentena tuvo que buscar alternativas para su sustento y enviar dinero a la familia en su natal Venezuela. A los dos meses de desempleo, con 10 mil pesos de plante, compró la mercancía y salió al centro.
En 2020 escuchó sobre Empropaz. No se imaginaba que le esperaba una asesoría con De Mis Manos y cambios a todo nivel. “Cuando nos dieron las herramientas, los conocimientos, dije: ¡es hora de emprender! Poco a poco fui incrementando la mercancía, no solo tapabocas sino también boxer, medias, sudaderas, pantalonetas y así”, cuenta Carmen.
No se perdió clases, cada quince días acomodaba su horario de trabajo y muy juiciosa se ponía frente a su celular. El foco ya era otro. En su proyecto de vida ya cabía un negocio, no era algo que hacía mientras que la empleaban, decidió emprender, con seriedad. Pese a que a veces la “cosa se pone ruda”, como ella dice, recomienda seguir adelante, centrarse, trabajar mucho y seguir capacitándose.
“A través de todo el acompañamiento y todo el proceso que hemos vivido con ella, de todas las ganas que le ha puesto, ha avanzado mucho. No llevaba ningún tipo de contabilidad; de hecho, haciendo el proceso contable evidenciamos que tenía una gran fuga de dinero debido a que donaba, por decirlo así, en limosna entre 15 y 20 mil pesos diarios. Logramos realizar un proceso contable, que aprendiera a llevar su manejo de inventario, a realizar estrategias de ventas”, explica Andrés Gutiérrez, asesor socioempresarial.
El segundo acompañamiento que Carmen recibió es el psicosocial, que le facilitó herramientas para gestionar sus emociones. “Salí de Venezuela porque me vi en la obligación, salir como huyendo ya es difícil, sale uno con el corazón roto, eso es un duelo. Me ayudaron a sanar esas heridas y a sobrellevar la situación. Los encuentros psicosociales me han ayudado a mantener el interés y la motivación. Una persona que tenga un negocio y emocionalmente este mal, el negocio no marcha de la mejor manera”.
Carmen Ambrosina Herrera finalizó satisfactoriamente su proceso de formación empresarial y elaboró su plan de negocio, el cual le permitió acceder al crédito semilla con Bancamía por medio del programa, con el cual logró diversificar sus productos. Organizó contablemente su unidad productiva. Tiene un plan ahorro y finalizó la ruta de navegación en el acompañamiento psicosocial.
Consejo de nuestra empresaria: “Estar centrada, invertirle al negocio, siempre hay días altos y otros bajos, entonces se debe equilibrar. Porque de lo contrario es fácil que se quiera tirar la toalla. Emprender no es fácil, requiere de mucha concentración, fe y optimismo, de creer en uno mismo y apostarle a estar cada día mejor”, concluye Carmen, quien ya tiene en su mapa de sueños varios locales y generar empleo.