Góngora, un emprendimiento con impacto social

Emerson Góngora es un llanero apasionado por enseñar la agricultura y emprender, ahora tiene su negocio de alimentos orgánicos en el que vende crema de maní y genera un impacto social. ¡Cultivemos la historia de este emprendimiento!

La niñez de Emerson Góngora en el Meta estuvo permeada por el conflicto armado, por lo que la mayor preocupación de su mamá fue mantenerlos, a él y a su hermano, alejados del territorio. Su solución fue matricularlos lejos de la zona en Granada, en el colegio Salesiano La Holanda también en el Meta.

La semilla

Una vez en un ambiente más urbano “empecé a ver otro mundo y entendí que había otros mecanismos de vivir, de ganarnos la vida, no alrededor de la coca”, cuenta Emerson. Cuando salió de bachiller quería estudiar en la universidad, pero como no tenía los recursos para hacerlo ingresó a una comunidad religiosa, donde nació su vocación por la agricultura.

Sin embargo, ese no fue su camino, volvió a intentar con la universidad y pudo estudiar en la Universidad de La Salle con una beca en Agronomía, época en que se le metió que tenía que crear su propia empresa.

La germinación

Primero intentó cultivar y vender auyama con su hermano, pero no funcionó, y después tuvo la idea del cacao. Él mismo dice que se metió de “loco” a una feria internacional en Corferias y con ese primer contacto logró hacer tres envíos del producto a Canadá. Solo trabajó dos años con el producto porque era muy difícil y costoso.

Cuando llegó la pandemia estaba trabajando para una fundación en el Meta, ahí vio la oportunidad de quedarse y enseñarle a los muchachos a cultivar. Llevó muchas semillas para practicar: ajonjolí, maní, habichuelas, frijoles y más, la más exitosa ¡la del maní!

Fue la oportunidad perfecta para tener un producto orgánico, fácil de trabajar, nutritivo, de gran consumo y buen comercio. Incluso, su experiencia previa como emprendedor fue de gran ayuda para constituir la cadena de valor.

Se asoman las primeras hojas de Góngora

Ahora lleva más de un año enseñándole a la gente a cultivar para comprarles luego su producción a un precio justo. Por ahora, el emprendimiento beneficia a más de 30 personas campesinas de su zona en la vereda Costa Rica, del municipio de Vista Hermosa.

A De Mis Manos llegó a través de un proyecto que la entidad ejecutó con la Universidad de La Salle y la Fundación Aurelio Llano. Ha recibido acompañamiento con el modelo de negocios, los costos y, sobre todo, asesorías en el rediseño y desarrollo de la marca con un nuevo logo, empaque y etiquetas. ¡Logró una identidad corporativa más definida!

Esto ha sido muy importante para posicionar y comunicar de manera más efectiva la marca, por ejemplo, la publicación con la nueva presentación triplica las interacciones de la cuenta de Instagram.

Aquí puedes ver el antes y el después, una imagen más estilizada y moderna de una figura muy representativa: su abuelo campesino.

Un cambio que obtuvo buenos comentarios por parte de los clientes y ayudará a abrir nuevos canales de venta para que Góngora entre más fuerte en el mercado y aumenten de manera significativa las ventas, explica el Director del Centro de Diseño e Innovación De Mis Manos, David Fernando Narváez.

Ya con un volumen de comercialización más grande, el reto estará en la estabilización de los cultivos porque tienen unos tiempos precisos que deben sincronizarse con la venta del producto. Así mismo, Emerson espera conseguir más financiación, pues cultivar una hectárea puede costar unos diez millones de pesos.

“Queremos ser pioneros en la producción de alimentos orgánicos con un impacto social que dé buenos ingresos y que seamos amigos del campesino, generando empleo y oportunidad en el campo”, concluye Emerson.

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