Kelly Becerra
Mar de Gea
Hace más de 30 años Astrid Mesa pintó un Papa Noel en una clase de manualidades en Yarumal y, desde entonces, el amor por las artesanías no ha dejado de crecer; su vida ha estado atravesada por este bello arte incluso, cuando fue docente de ciencias sociales.
Luego decidió dedicarse por completo a su pasión y como muchos emprendimientos, Armonías Taller empezó muy diferente a como es ahora. De hecho, se llamaba Taller de Artes Manuales y estaba más enfocado en la enseñanza de diferentes técnicas para pintar esculturas.
La primera pincelada
Astrid comenzó a pintar cerámicas cuando quedó sola con sus hijos y se vio en la necesidad de tener más ingresos. Primero, fue en su casa decorando angelitos y frutas, que era lo que más se vendía y con el tiempo, unas amigas le pidieron que les enseñara, así el “taller” cobró fuerza.
Sin embargo, el proceso fue interrumpido cuando Astrid se mudó a Puerto Boyacá y se animó a probar con la bisutería y a dar clases en un colegio rural. Igualmente, su inquietud por la cerámica seguía latente, viajó a Medellín y descubrió nuevos materiales para las manualidades y comenzó de nuevo en el 2008.
En la cara de la Virgen
Más tarde, en el 2013 ingresó a un curso en el Sena sobre creación de nuevas empresas, allí aprendió sobre costos, presupuestos y lo puso en práctica con un proyecto con madres de familia. ¡Ganó la financiación con máquinas, insumos y elementos de infraestructura!
Astrid continuó con su trabajo a pesar de las dificultades, como el ausentismo de las madres participantes. Para 2018 participó en Legendarios de la Innovación y ¡también ganó! Fue una nueva oportunidad para estudiar la planeación, costos, presupuesto y seguir trabajando con la comunidad, en esta oportunidad, con los niños bajo el lema: “Hazlo tú mismo, aprende a crear”.
Uno de los puntos de inflexión más significativos de Armonías Taller llegó con la pandemia, pues al no poder dar clases se concentró por completo en los productos. Fue la oportunidad perfecta para centrarse en imágenes religiosas, algo que siempre había fascinado a Astrid. ¡Las vírgenes se venden como pan caliente!
El punto de inflexión definitivo
Con pandemia incluida conoció a De Mis Manos gracias a una cuñada y, como Astrid no deja pasar las oportunidades de aprender, tomó cursos y asesorías sobre costos, redes sociales, cambio de marca y más. En este proceso surgió el nuevo nombre: Armonías Taller de Artes Manuales, pues el nombre original era demasiado genérico.
“Comencé con De Mis Manos y mejoró mi forma de ver las cosas, con mucha felicidad”, manifiesta Astrid, sobre todo después de tener una asesoría socioempresarial con Edwin Cabarcas, experto en temas de costos. “Pensé en tirar la toalla por tema económico, esa ha sido mi piedra en el zapato (…). Sentía que trabajar y trabajar no estaba dando resultado”.
Edwin se comunicó con ella y se le “metió al rancho”, conoció toda la parte contable de Armonías Taller y le dijo: “Tienes un excelente negocio, puede con muchas cosas y se sostiene”, algo que Astrid no estaba esperando.
De todas maneras, con el objetivo de tener una salud financiera óptima en el emprendimiento, Armonías Taller entró en un proceso para poner límites en los egresos. Esto ha funcionado muy bien, ahora Astrid nota que el dinero se ve y puede reinvertirlo.
Por este camino podrá lograr sus metas actuales: entrar a las tiendas de De Mis Manos, hacer presencia en centros comerciales con vitrinas espectaculares y colecciones hermosas.
En Armonías Taller, Astrid ha aprendido a entender a las personas y a relacionarse con ellas, los momentos de inflexión del emprendimiento han sido, son y serán su mayor escuela.
Instagram: @armoniastaller
