A Karina le enseñó a coser una sastre profesional en Venezuela, Caracas, hace ocho años y desde entonces ha trabajado en el sector. Primero allá, luego en Ecuador y cuando llegó a Quibdó también se empleó en confecciones, pues era algo que ya conocía.
Sin embargo, como notó que gran parte de las ganancias eran para las empresas y no para las trabajadoras, decidió independizarse. Y no solo eso, se animó a crear su propio emprendimiento y compró las primeras máquinas para confeccionar las prendas desde cero.
Coquetería, brillo y exclusividad
Su mejor cliente es Antok k, una academia de baile, cada tres meses le encarga los vestuarios de más sesenta bailarinas. En su mayoría son leotardos coquetos, divertidos, llenos de brillo y, sobre todo, únicos para un momento muy especial, las chicas quedan muy contentas con el resultado. Es todo un proceso porque debe conocer muy bien el baile para combinar adecuadamente las telas y tomar las medidas de cada una.
Igualmente, Karina confecciona todo tipo de prendas, excepto las masculinas; muy rara vez acepta realizar un arreglo o ajuste de ropa ya hecha, es una de las partes que menos le gusta de su quehacer, dice.
En cambio, le encanta cortar, es una labor que requiere de precisión y debe seguir el patrón de la prenda, respetando las medidas que se le toman a la persona o modelo.
Los aprendizajes de Karina Confecciones
Se postuló al programa de Fortalecimiento Empresarial apoyado por De Mis Manos y la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). “He aprendido mucho, después de hacer el curso de costos entendí cómo sacar una cuenta, cómo y cuánto cobrar, a organizar mi taller”, explica Karina.
Además, considera que el apoyo que ha recibido de este proyecto la ha ayudado a soltarse más, ser más social y sentirse más a gusto cuando habla con otras personas, pues se define como una persona muy tímida.
Por el lado familiar, su esposo es su sostén, quien la apoya y anima, incluso el jefe de él le dio la posibilidad de comprar las dos primeras máquinas para Karina e ir pagándolas poco a poco. La tercera máquina la obtuvo gracias al apoyo del proyecto.
Ahora trabaja con una máquina recta, una overlock de un hilo y otra de cinco hilos.
La recta es la más común, pues une dos piezas de tela o hace un dobladillo; la de un hilo evita que tejidos ligeros se deshilachen, y la de cinco hilos, se utiliza para telas más gruesas, como el dril.
Los últimos detalles
En el futuro, Karina anhela tener algo más grande, es decir, tener un local para su taller, que ahora es en casa. Por supuesto, también emplear a más personas.
“Quisiera tener mi propia línea de vestidos de baño”, enfatiza Karina, en este sentido, explica que su propósito es que la mujer que no se siente cómoda con su cuerpo pueda enamorarse de ella misma una y otra vez.
En este momento, está enfocada en su bebé, que nacerá en dos meses y se llamará Emmanuel. Una vez pase esta hermosa etapa, retomará a Karina Confecciones con la mejor actitud para seguir creciendo y lograr cada una de las
metas propuestas, teniendo como base esa exclusividad que la caracteriza.
