El emprendimiento comenzó por la recomendación de un muchacho que les dijo que fueran a la Plaza Minorista porque las frutas tenían buen flujo de ventas en la ciudad. Vivian y su pareja, Amin Alid Abou Hassan, no lo dudaron y la ruta de la Carreta de Alyvi inició en el 2018.
En la plaza compraron aguacates, bananos, manzanas y más, “desde el día uno ha sido nuestro sustento de vida”, dice Vivian. Además de la venta de frutas, la pareja se encarga de armar carretas para venderlas o alquilarlas, incluyen el sonido para que sus clientes puedan promocionar con mayor facilidad sus productos.
La ruta comienza en Campo Valdés
El recorrido de La Carreta de Alyvi empieza a las ocho de la mañana en Campo Valdés, por los lados del Jardín Botánico, todos los días pasa en los mismos horarios porque ya tiene unos clientes fijos que la esperan.
De hecho, para Vivian, ingeniera de petróleo, el dinamismo para vender, la responsabilidad y la puntualidad son las fortalezas de su emprendimiento, “porque la gente ama comer aguacates y siempre nos esperan, quieren acompañar su almuerzo con ellos”.
Sube por Manrique y Santa Cruz
La Carreta de Alyvi era muy informal hasta que conocieron el proyecto de Fortalecimiento Empresarial, acompañado por De Mis Manos y la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Vivian cuenta un poco de su proceso: “Eso fue una belleza, hasta tenemos logo e Instagram. Ahora vemos la carreta como una empresa con su parte de administración y logística”.
En este sentido, Vivian dice que fue un antes y un después a nivel emocional y económico, antes del proyecto estaban atentos a convocatorias de trabajo o contemplaban la posibilidad de irse del país, pero ahora ven el emprendimiento como un trabajo fijo que les da estabilidad.
“Aceptamos que vivimos acá, aprendimos a querer las cosas y que nuestro emprendimiento es como otro hijo”, pues en el 2019 nació Amira, su primera hija.
Con De Mis Manos y ACNUR accedieron a talleres de costos y acompañamiento psicosocial. Vivian recuerda mucho cuando les asignaron un diseñador, “hizo un logo muy hermoso, igualito a las fotos que le pasé. Cuando empecé a publicar fue muy bonito”. Poco a poco sus redes van ganando protagonismo y se convierten en un canal para ofrecer sus productos.
Baja por Aranjuez
Los retos de La Carreta de Alyvi son varios. En primer lugar, vender algunas frutas cuando no es su temporada porque el costo es elevado y convencer a la gente no es tan fácil. En cuanto al futuro, sueñan con tener un local donde vender las frutas y trabajar más en la elaboración de las carretas.
La ruta termina en Moravia, Los Álamos
A eso de las tres de la tarde, terminan el recorrido con la carreta y vuelve a empezar el ciclo: ver qué no se vendió, guardarlo y volver al mercado para surtir de nuevo.
Emprender ha sido una experiencia enriquecedora en el ámbito personal y familiar, Vivian se siente más feliz desde que ve las cosas con una nueva perspectiva, incluso, retomó sus clases de danza contemporánea en la Universidad de Antioquia.
Es la rueda que le faltaba para sentirse en casa y complementa su engranaje de mujer empresaria y mamá; La Carreta de Alyvi es un emprendimiento familiar y con gran corazón desde el nombre, ‘a’ por Amira, su hija; ‘ly’ por Alid Abou, su esposo, y ‘vi’ por ella, Vivian.