Elaine Gamboa
Edilu Accesorios
Elaine Gamboa
Edilu Accesorios
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La abuela Felisa Moreno era una matrona que crió a sus hermanos, hijos, nietos y sobrinos. Era difícil no poner atención a sus enseñanzas, de ahí aprendió Elaine Gamboa la actitud para enfrentarse a la vida: “Si pasa algo malo, corte, ya pasó y pa’ delante. Hay dos maneras de afrontar una situación: se queda llorando o lo utiliza como trampolín para seguir”. Aprendió entonces de esa fortaleza y de otra manera de afrontar esa vida: del arte de anudar con agujas de crochet.
Por ahí, por los lados de los hilos fue que empezó esta historia. Elaine se pensó como empresaria, pero una que divulgara su herencia cultural, no solo de Urabá sino también del Chocó de su familia.
Desde Apartadó, en el corazón de la Tierra del Sol, creó a Edilú, dedicada en estos momentos a la elaboración de accesorios y bisutería. Colores, texturas y diseños hablan de la herencia afro, es lo primero para ella, dar a conocer su origen. Esta maestra étnico cultural cuenta historias de su pueblo con semillas, chaquiras, mostacillas, hilos de algodón, lanas, trapillo y madera. Es experta en ferias y hasta la exposición de su espacio tiene los elementos que transportan al cliente al eje bananero. “La hago lo más pegada que pueda a la tierra, a lo tradicional, a lo cultural”, dice la artesana.
Todo es grande, como su cultura. A esto le apuntan ella y sus hijas, Diara y Luciana, de 15 y 13 años, a hacerlo en grande. De hecho, Edilu es la sumatoria de sus nombres. Es una empresa que es para mujeres e impulsada por mujeres.
De ese movimiento habla Elaine, quien siempre vivió en Apartadó, capacitándose con De Mis Manos y creciendo sus expectativas. Decidió viajar de vez en cuando a Medellín, para detectar la dinámica que se vivía en la capital antioqueña. No le importó incomodarse, el sueño de hacer crecer su negocio la hizo empacar y asentarse en el Valle de Aburrá. Siguió con nuestra casa, aprendiendo sobre diseño de productos. “Me gustó mucho porque no estaba tan alejada de las colecciones”, cuenta.
También avanzó con la asesoría en finanzas y costos y buscó eventos para mostrar sus creaciones, porque ese contacto con los clientes es lo que le gusta. “En Medellín siempre hay ferias”, dice. Tuvo una época en que salían tantas y al tiempo que escasamente le alcanzaba el tiempo para la producción. Pero ella vibra con la energía que siente en estos eventos.
Ese estar con el otro, sumado a su tarea como maestra étnico cultural, también la llevó a comenzar a dictar clases. “Esto es para transmitir mi herencia”, dice la emprendedora.
Sostiene que no hay nada imposible, así, tal y como lo diría Felisa, no hay que no pueda lograr quien se proponga su meta y se ponga en pie de lucha, para quien la inspiración lo encuentra trabajando. “Me propuse llegar a Medellín y lo logré. Mi propósito principal era ese y puedo decir: chuleado”, concluye.
